“Crispi” nació en una familia de máquinas zapateras; sus padres, la Máquina de Cosir Soles y la Polidora, quisieron que ella también hiciera trabajo en la fábrica. Su vida transcurría entre patrones, tacones y pieles. Le gustaba el mundo de los humanos, de cómo la gente se movía al ritmo de la sirena de aquella fábrica, el ruido de las calles llenas de personas, que con una cesta llena de galletas de aceite o una panada iban a trabajar.
Escuchaba con atención las conversaciones entre Tomeu, el patronista, y Toni, el cortador, pero eran las aventuras de Rosa, Catalina y Magdalena, las repuntadoras, que junto con Tòfol, el encargado de hacer el “reparto ”, las que más le gustaba escuchar… los sábados de baile en el Mercantil, las reuniones en el Espanyol o los domingos de Ferias. Pero en un cerrar y abrir de ojos el mundo se dará la vuelta, unas nuevas máquinas llamadas Ordenadores reemplazaron a todas aquellas máquinas viejas y oxidadas. Crispineta, como una gran superheroína, las pudo rescatar, y hoy lucen como nunca en el Museo del Calzado y de la Industria de Inca, donde ella misma es la encargada de explicarnos a todos nosotros la vida de un tiempo desvanecido.
Núria Lara Ramírez
(5º de primaria, Colegio Beata Francinaina Cirer)
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MUSEO DEL CALZADO Y DE LA INDUSTRIA
